jueves, 17 de septiembre de 2009

Tunguska

No fue un agujero negro, ni un OVNI, ni antimateria...

Año 1908, primeras horas de la mañana del 30 de junio: un meteorito hace explosión a 8 km de altura sobre el rio Tunguska, en la Siberia central, liberando 10 a 20 megatones de energía.

La onda expansiva dió dos vueltas al mundo. El cielo de toda Europa se veía luminoso al anochecer a causa del polvo proyectado a la alta atmósfera.

Fuera de la región afectada y de los alrededores, la explosión fue olvidada durante muchos años. Rusia padeció la revolución bolchevique y la Primera Guerra Mundial.

Año 1921: Leonid A. Kulik, cuando estaba preparando una expedición para buscar meteoritos, encuentra una hoja vieja de calendario del año 1910, la mira por detrás y encuentra parte de un artículo publicado en 1908 en el diario Vida Siberiana. Lo que lee ya no le dejará pensar en otra cosa durante años. Los relatos de los testigos que hablaban de la caida de un gran meteorito le llevan a investigar, a hacer muchas entrevistas, a preparar una expedición a un lugar pantanoso, prácticamente inaccesible: la línea de ferrocarril más cercana pasa a 700 km más al sur.

Abril del año 1927: Dos meses después de haber salido de Leningrado, Kulik contempla por vez primera un espectáculo que no podrá olvidar jamás. Escribe en su diario:

    Todavía no consigo poner orden en mis caóticas impresiones de este viaje. Las colinas lejanas que bordean el riu Kushmo hacia el norte están cubiertas con un manto blanco de nieve de medio metro de grosor. Desde nuestro punto de observación no hemos podido ver ni rastro de bosque, porque todo ha sido devastado y quemado. En los alrededores de esta área muerta, la selva joven, de sólo 20 años de edad, avanza furiosa, buscando luz y vida. Siento algo inefable cuando contemplo los árboles gigantes, de medio metro o más de diámetro, cortados como ramitas y con las copas arrancadas, a mucha distancia hacia el sur.
Junio del año 1927: Kulik ha llegado al epicentro de la zona destruída. El viaje hasta allí ha estado lleno de peligros:
    De madrugada, al empezar a levantarse viento, es muy peligroso caminar por el viejo bosque muerto. Los árboles gigantes, muertos hace veinte años, con las raíces carcomidas, caen por todos lados, a veces muy cerca de nosotros. Es preciso avanzar vigilando, para poder escapar de un salto si nos caen encima.
1928 y siguientes: se organizan nuevas expediciones. Nunca se encontró cráter alguno, ni fragmentos de meteorito, sólo unas pequeñas tectitas y unos 2000 kilómetros cuadrados aplastados y calcinados.

1942: Kulik muere en la Segunda Guerra Mundial, prisionero de los alemanes.

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